A partir de la próxima semana, el 1 de agosto para ser exactos, será ilegal que los distribuidores y minoristas en los Estados Unidos vendan bombillas incandescentes tradicionales o cualquier otra lámpara de servicio general que produzca menos de 45 lúmenes por vatio. Los fabricantes y las marcas privadas tienen prohibido producir dichas fuentes desde 2022.
La invención de la bombilla incandescente fue un momento histórico que cambió fundamentalmente vidas humanas. Convirtió la luz eléctrica de una novedad en una herramienta práctica para el uso diario, extendiendo la jornada productiva y transformando nuestros hogares, lugares de trabajo y ciudades. El desarrollo de la bombilla sentó las bases para la industria eléctrica moderna y provocó innumerables innovaciones en otras tecnologías. No se puede subestimar su impacto en la sociedad, ya que jugó un papel clave en la configuración de nuestro mundo moderno e interconectado.
El diseño fundamental de la bombilla incandescente, con su filamento incandescente dentro de un vacío de vidrio, ha seguido siendo un ícono visual y tecnológico constante en nuestra sociedad, con una notable capacidad de permanencia durante décadas.
Y ahora, nos despedimos de una era de ingenio y calidez (literalmente, claro está) mientras apagamos la bombilla incandescente por última vez. Un invento que ha iluminado nuestras vidas durante más de un siglo, la bombilla incandescente y su tumultuosa historia han sido la base de nuestra querida industria de la iluminación.
Fue Edison, en 1879, quien iluminó nuestro mundo con una bombilla incandescente que podía brillar durante más de 1200 gloriosas horas. Luego, como convocado por un guionista divino, llega William D. Coolidge en 1906 con los revolucionarios filamentos de tungsteno, que mejoraron sustancialmente la eficiencia y la longevidad de la bombilla. Así nació y se adoptó a nivel mundial la bombilla moderna.